martes, 27 de diciembre de 2011

Conéctate, conéctate, conéctate...
Él se ha conectado. Abres su ventana de conversación, sonríes al ver su foto de perfil en pequeñito al lado de la barra de tareas. La abres, y la minimizas. No la quitas del todo, la dejas ahí, a la espera de ver ese círculo verde con un 1 en medio, señal de que esa persona te ha hablado. Esperas. Cambias tu estado, tu tablón lo actualizas cada 2 minutos, te etiquetas en 5 fotos, te unes a 10 páginas y empiezas a ponerles comentarios a todos sin razón, simplemente para que, cuando él le dé a actualizar, te vea, vea que estás conectada. Tus visitas suben como la espuma, está claro que estás la primera. Continúas con estos cambios, abandonando a los demás que sí que tienen tiempo para hablarte. Cierras su ventana, indignada. Pero bajas la lista del chat hasta su nombre, observando si sigue ahí. Hasta que no puedes más y la vuelves a abrir, a la espera de si eso consigue algo. Nada. Los demás siguen hablando, impacientes. No respondes, no tienes ganas. Sólo lo esperas a él.
Son la 1 de la mañana, estás cansada, mañana madrugas, pero no te vas, porque él sigue conectado, y aún tienes la triste esperanza de que te hable. Entonces se te ocurre la estúpida idea de que quizás se lo ha dejado encendido y en realidad no está. Esa idea te acompaña el cuarto de hora siguiente, con 4 estados, 15 tablones, 30 páginas y 25 comentarios nuevos. Esa idea es lo único que te mantiene despierta.
Le das a actualizar la página, él aparece el primero. Ha cambiado el estado. Le ha comentado una zorra. Él ha respondido. Está. Está, hablando con otra. Está, pero no para ti. Entonces cambias radicalmente de pensamiento.
-Desconéctate, desconéctate, desconéctate... si no vas a hablar conmigo, tampoco con ella.
Y deseas con todas tus fuerzas que se vaya, para que paren de hablar. Y cierras su ventana con lágrimas en los ojos, pero sigue la lista bajada en su nombre. El número de conectada baja. Miras. Se ha ido. Se ha ido él. Y de repente, te arrepientes.

+Es imposible.
-¿Por qué iba a serlo?
+Todo el mundo sabe cuando está enamorado de una persona.
-Pues yo no, a ver, dime tú como puedo saberlo.
+Porque cuando le ves, sientes un cosquilleo en la barriga que te recorre hasta el último tramo de tu cuerpo y casi no te deja respirar. Si le ves conectado, esperas a que te hable con un "Hola preciosa", y te llevas horas y horas esperando con tal de hablarle. Miras y remiras su tuenti, por si alguna guarra le comenta. Cada vez que te habla, te quedas mirándole a sus ojos embobada, como si tuvieran un imán que te hipnotizan. Sientes ganas de matar cuando ves que otra chica se le acerca y simplemente le habla. Porque un simple detalle, como un beso en la mejilla, hace que te sientas como a tres metros sobre el cielo, y piensas que lo tienes todo. Eso sí, a veces, también duele. Es un dolor intenso y que puede provocar grandes heridas, aunque con el tiempo se llegan a curar, pero bueno, eso es otra historia. Cuando de verdad quieres a una persona, no te imaginas la vida sin ella.
-Guau, increíble. 
+Sí, ¿verdad? Bueno y tú qué opinas, ¿crees estarlo de verdad?. 
-No lo creo, estoy seguro de que estoy seguro y completamente enamorado de verdad


Llegó la hora.

 Llegó la hora, de ser feliz, de vivir la vida, de dejar a un lado los problemas, de ser yo misma y de actuar por mi cuenta, sin que me importe la opinión de los demás. Llegó la hora de decir "adiós" a los putos problemas, a los prejuicios que le amargan la vida a uno, y de decir "hola" a la vida loca, y a la felicidad. Porque voy a disfrutar de mi juventud y no voy a desperdiciarla, con tonterías porque como se suele decir, la vida son dos días, y uno está lloviendo.

domingo, 18 de diciembre de 2011

-Me tengo que olvidar de una vez de él...
+Sí, pero con el tiempo, no obligada
-Me obligo yo
+Pues no deberías
-¿Por qué no?
+Porque no puedes luchar contra los sentimientos
-Pero se puede intentar.
Hola, soy yo. A la que tanto te encanta hacer rabiar, pero a la que en el fondo adoras. Se podría decir que soy una variable enloquecida de tu vida, porque al fin y al cabo, tú tampoco sabes que cojones estas haciendo conmigo. Seguramente vea esto mucho más adelante y me reiré de lo pipa que era. Hasta entonces, sigo aquí. De momento ya he superado la fase de enamoramiento atontado, lo que me ha llevado un año, que no está naaada mal ¿no crees? La verdad, es que lo último que me falta es que no me creas, cosa que últimamente amas hacer. Es triste, pero eres mi debilidad amor, y aunque no aguantasemos ni 3 días, estoy aquí, y lo sabes. Hola soy yo, te he hecho una cantidad innumerable de cartas de amor de las que ahora me arrepiento. Hola soy yo, estás bueno, pero ya.. no te quiero! Y acostumbrate a la idea, porque a partir de ahora, ella te perseguirá como lo hacía yo, vayas donde vayas. Adiós hijo de puta, te quiero.

sábado, 17 de diciembre de 2011

7:00 de la mañana. Suena el despertador pero no lo oigo. Ya sabes que soy la persona más impuntual del mundo...quizás lo utilice como excusa una vez más. Como siempre, me acercaré a ti lentamente mientras te muerdes el labio inferior y me dices sonriendo que me odias. Caminaremos cogidos de la mano o prácticamente abrazados hasta el colegio, entre besos, mordiscos, sonrisas cómplices y caricias, hasta que una vez allí, el sonido de la campana nos separará. Pero no tardará mucho en volvernos a juntar, a la hora del almuerzo, esa palabra que tanto nos gusta a los dos. Si no estamos juntos, te veo jugar a baloncesto de lejos, y me pregunto cómo he podido vivir todos estos días sin ti. Pienso que eres espectáculo, el chico más precioso...y que todos se tienen que morir de envidia. ¿Recuerdas cuando empezamos a salir? Todos tenían algo que comentar o criticar, nadie apostó por nosotros...pero nos dio igual, y a día de hoy seguimos juntos. Entre bromas de profesores y problemas de matemáticas en los que somos los protagonistas volvemos cada uno a su clase. ¿Recuerdas todas las dudas que teníamos porque yo era un año mayor? Que tontos eramos. ¿Recuerdas que poca confianza teníamos? Y míranos ahora, jamás había visto una pareja tan compenetrada y feliz. La hora de comer, no sin antes pasar una hora, sobre un coche, en nuestra esquina. No será el lugar más bonito del mundo ni con el mejor paisaje, pero te puedo prometer que allí he sido feliz de verdad. Llego a mi casa sin apenas tiempo para comer, y como no, vuelvo a llegar tarde al punto de encuentro. Me vuelves a mirar con odio, pero no puedes evitar sonreir: "¿Otra vez tarde, pequeña? No sabes lo mucho que te od..." Pero no puedes terminar esa frase nunca, mis labios rozando los tuyos te lo impiden. Más clases, y de nuevo el timbre que indica el final del día lectivo. Nos vamos a la esquina de siempre, a un banco, a tu portal...sea el lugar que sea no me importa, porque cuando te tengo delante no puedo mirar otra cosa.

De pequeña me decían que quería ser de mayor. Y yo decía que quería ser feliz, recorrer el mundo en 80 días montada en un globo, vivir en una casita en una montaña como Heidi. Quería ser como esa modelo que sale en el anuncio de los cereales Special-K. Quería ser la mujer de Ken, quería tener 10 perros y 3 hijas. Luego crecemos y deseamos tener más cosas, no las mismas, pero si otras, a cada cual más difícil de conseguir. La ingenuidad, la avaricia, eso es lo que nos define, a todos y cada uno de nosotros. Buscamos la felicidad detrás de una faja de billetes, pero no la encontramos realmente y nos engañamos a nosotros mismos. Pero ambos, tu y yo, él y ella, sabemos que la felicidad es mucho más. La felicidad es encontrar en otra persona tu propia felicidad, y no poder quitarte una sonrisa de la cara.

viernes, 16 de diciembre de 2011

- Vete. Olvídame. Olvida mi nombre. Olvida que te quiero. ¿Vale?
Él se gira, y se va.
-¿Dónde vas?
+Acabas de pedirme que me vaya.
Se aleja.
-¡Espera!
Vuelve hacia donde está ella. Está llorando.
+Dime. - contesta fríamente.
-Quédate. Pero quédate para siempre, por favor. Sabes que no te odio. Lo que odio es verte tan poco. Odio que haya pasado casi un año desde que te tuve tan cerca por última vez. Odio que lo nuestro dure solo algunos minutos. Me encanta mirarte, escucharte, besarte, me encanta tenerte cerca, pero no es fácil sonreír sabiendo que después te irás y será como si no me conocieras. Vale, sé que tengo parte de culpa de esta situación. Yo la acepté. Pero acepté porque pensaba que algún día me necesitarías tanto como yo a ti. Pensaba que, poco a poco, podría entrar en tu corazón. No pensé que fuese tan difícil. Luché por ello. Lo intenté. Pero en algún momento debí equivocarme. Lo sé. Y lo admito. No puedo decirte más veces que te quiero porque ya no tengo fuerzas para ello, pero tú lo sabes. Por favor, quédate. Pero solo si es para siempre.
+ Sabes que no puedo.
-No puedes no, no quieres.
Se marcha como si no hubiese escuchado nada.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Soy esa clase de chicas que siempre llevan una sonrisa en la cara, aunque no tenga ganas de sonreír es una cosa que me sale sola, soy de esas que sueñan con un amor de película y luego se dan cuenta de que esas películas apenas duran dos horas. De esas que confían en la gente y luego por unas cosas o por otras se arrepiente, pero que no aprende y sigue creyendo en la gente. Soy de esas que siempre van con prisa porque antes se tomo su tiempo. Me encantan las uñas pintadas de muchos colores pero cuando me pongo nerviosa no puedo evitar comérmelas, tampoco puedo evitar quererte como te quiero. Como ves tengo una larga lista defectos, pero con el tiempo te das cuenta de que esos defectos son los que te hacen especial.

Puedes luchar contra todo o contra todos, pero ten claro, que la única persona que se interpone en tu camino, eres tú